29 octubre 2006

Elucidación VI (Fragmento de dialogos preliminares)



(Otro retazo del viejo ensayo que jamás continuaré, y que está esperando a ser aniquilado).

El hombre vive sometido a su propia mediocridad, la situación de dominación siempre es la misma, la necesidad de mentirse siempre es igual, el método de mentira es idéntico; lo único que suena distinto es el refinamiento de los métodos (ya no somos tantos lo que creemos en aquel dogma del dios de occidente, sino que ahora devenimos en estos que adoramos al gran tótem científico). No creo – pongo toda mi duda utópica en ello, que por cierto siempre es demasiado poca – que haya sido desde siempre de esa manera… pero ¿Es tan propia su mediocridad? ¿Puede ser tan de este modo? ¿Acaso no hay esperanzas ni en el “futuro”, ni en la historia? Cavilo y vuelvo a hacerlo, la mediocridad del hombre rebaño se debe a la construcción de las reglas que luego se naturalizaron, a la transgiversación de los conceptos – por ejemplo libertad – y a la creación de otros procedentes de aquellas reglas de dominación – Por ejemplo Moral -, en otras palabras, a la creación del hombre de rebaño.
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Dejémoslo claro, todo ser en si mismo, consciente o inconscientemente desea dominar, disponer, ser Libre, creador de su propia regla, de su propio fin; el ser dominado por otro/s es simplemente el fracaso existencial. Visto de una manera casi paranoica, damos cuenta de que hoy todos, absolutamente todos vivimos en el rotundo fracaso del hombre, lo que nos da como resultado que hay alguno/s que tiene/n el dominio ¿Puede ser así? Depende, las reglas del juego no han variado drásticamente por lo menos a lo largo de los últimos dos mil años, lo han hecho en lo insignificante, en lo puramente periférico; lo trascendental (o lo nuclear, como prefieran) es permanente e inmutable. Entonces el actual dominador, el perfecto rey de las voluntades es aun esclavo de aquel primer hombre que decidió la existencia de un dios y de un aparato de adoración – dominación tanto del dios como del hombre. Hoy que asistimos a la elucubración de una posible nueva religión podemos dilucidar esto mas claramente que nunca antes desde aquella hecatombe ocurrida en la historia pseudo primitiva.
¿Estoy haciendo apología de un pasado de leprosos y cavernas? De ninguna manera, puesto que como he dicho la basura no ha cambiado en lo absoluto en lo central, solo ha ido cambiando de mascaras. El romanticismo estoico e imbecil, es para estoicos e imbéciles si al fin y al cabo no son la misma cosa.
Las reglas de las que deviene la mediocridad existencial nos preceden, he incluso seguirán existiendo cuando nuestros huesos ya siquiera sean polvo, porque ¿Quién en su sano juicio puede pensar que se puede desarticular miles de años de fraude y extorsión en el transcurso de la vida natural de un hombre o de una generación de hombres?
Con más gracia, ironía, y talento Nietzsche dice: ¡hemos matado a dios, estemos a la altura de las circunstancias, seamos dioses! Por mi parte no soy tan optimista, aquel dios aun vive aunque ahora en contraposición con este nuevo engendro. En vez de liberarnos de una buena parte de aquel culto de esclavos hemos recorrido el camino contrario, y nos hemos ido dejando engañar por este nuevo dogma, cuyos profetas enarbolando guirnaldas y cantos dulces nos fueron envenenando el alma con una faceta mas avanzada de lo mismo.
La ciencia en si –como ideal estupido-utópico- no es maligna, es el ejercicio de la misma lo que genera lo funesto, ese ennoblecimiento del saber científico, de la razón. A esto se nombra la evidencia empírica, el hecho fáctico, puesto que el saber científico se mueve dentro de estrictas reglas de “universabilidad”, o mas bien, de reglas generales. Es lógico que visto de esta manera una excepción a la regla sea solamente eso: una excepción; pero el hecho es mas complejo en realidad, un salto a la regla no es una anomalía si no la demostración que la regla o el paradigma que la sustenta es inútil, que ha fracasado rotundamente. A esto qué es más sencillo: ¿replantear las reglas o eliminar el “sujeto” que la contraria? Creo que a esta altura no hace demasiada falta que lo diga.
Podría decir que el saber científico es tan inútil como lejano al hombre; no le ha dado al mismo soluciones rotundas sobre la existencia –como tampoco lo hizo anteriormente el objeto de adoración anterior ni la filosofía- sino que le a proporcionado nuevas falacias, y por medio de estas “nuevas” vanas esperanzas, complejizando mas el problema insoluble. Es la nueva conceptualización, el nuevo encasillamiento, es por demás el nuevo emblema funesto de nosotros mismos. Pero como fue entonces que lo aceptamos… por medio del triste sueño del progreso, que si bien todos nuestro honorables cientistas dan por muerto aun le rinden culto por las noches de luna mortecina y tristeza existencial.
Con respecto a esta idea de progreso, los neoprofetas mantienen una relación dialéctica: lo desean y lo odian, y en ciertas circunstancias ambas cosas al mismo tiempo. Desean un progreso de microondas, televisores, métodos de estudio y terapias radioactivas; pero enarbolan los principios conservadores cuando de discutir lo fundamental se trata, cuando, por ejemplo, participan en el dogmatismo científico absurdo. Pero aun no pierdo la esperanza de que alguno de ellos no este contaminado por este ideal, que este se descubra primeramente hombre, pero hombre ya no de rebaño ni portador de una moral oscura y marchita, ni siquiera poseedor de una verdad universal, sino que de nacimiento a un nuevo tipo de hombre libre, quizás como en los primeros breves instantes de la existencia del hombre. Este quizás sea el nuevo Cristo.

Elucidacion V (Fragmento de diálogos preliminares)


(Esto es un retazo de lo que estaba escribiendo hace algún tiempo atrás, y lo pongo acá antes de borrarlo).

A lo largo de la historia se han ido inventando verdades (morales, religiosas, científicas, etcétera), algunas de aquellas han sido reemplazadas por otras por diversos motivos, lo que antes justificaba el mito – y ahora la religión – en este tiempo lo justifica la ciencia, a riesgo de convertirse en la religión del nuevo siglo. Es cierto, se han ido inventando verdades pero siempre con la misma sutilidad de hacer ver que esa es LA VERDAD como valor en si.

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Establecer la ciencia como nueva creencia totalizadora y estandarizante es un gran riesgo; pero aun así se elucidan ciertos rasgos de culto en ella, y el mas repulsivo es el convencimiento absurdo de que en ella se encuentra la verdad, o lo que es lo mismo, que el conocimiento científico y los métodos de investigación por el utilizados son los únicos ciertos, validos, Verdaderos; esta fundamentación continua y aberrante de la naturaleza es el nuevo engendro del hombre, de este hombre moderno que se piensa libre. Y si ¡Aquí está la nueva religión!

La ciencia es al fin un punto de vista, El punto de vista hegemónico del presente. Los hombres de ciencia han de devenir en profetas (si es que aun no lo han hecho, esto luego lo discutiremos), y entonces conviviremos entre las dos tiranías, la de los metafísicos y la de los cientificistas ¿Cuál será peor? La primera por estos tiempos va mostrando sus fisuras a causa de la segunda, tanto así que ha debido complejizar su mentira, renovándola, sustituyéndola, engañándonos, usando el perspectivismo como herramienta – ese perspectivismo que tanto odiaron en su pasado poderoso de sangre y fiebre– que los profetas quisieron decir esto y no lo otro que se encuentra fehacientemente escrito. Esta vergonzosa danza proviene ya desde el duro golpe de Copérnico, hasta la bofetada de Darwin, y más, mucho más; cito aquellos dos puesto que son los más conocidos por todos en general.

Pero esta lucha sin cuartel no es nueva, se ha dado como dijimos antes siempre a lo largo de la historia, la generación de una nueva religión, de un nuevo linaje de dominadores (otrora dominados) que destruye a los anteriores devolviéndolos a su escalafón anterior (de dominados). Pero hay algo relativamente innovador en esta fase de la lucha entre dos tipos de cultos, esta vez se confrontan el dios metafísico y el dios “razón”, esta batalla a muerte comienza si no antes en el siglo XVIII con aquellos pensadores utopistas que veían mas ingenuamente a la razón como dogma, e ideología.

La ciencia, según mis cavilaciones me indican, es una religión en construcción, cuyo dios es el “conocimiento”, el paradigma, y la Razón; las vestiduras de profetas recaen en los científicos. De esta manera se logran las dos cosas primordiales, la formación del aparato de adoración y la ideología (ya no con ingenuidad, sino como aparato de ejercicio de poder), que deviene de la formación de la religión misma. Si acaso piensan que esto no es así les recomiendo que recuerden la ultima vez que han escuchado a un hombre de ciencia, y que me digan si no escuchaban sus palabras como si bajara del mas allá, con el halo de verdad dado por su investidura. Porque al cabo, a pesar de la creencia de la verdad en si, como valor inherente a la naturaleza, es por demás claro que la verdad tiene más o menos valor dependiendo de quien la enuncia.

Más de uno de estos neo-profetas, saldrá de su madriguera a contrariar esta concepción – que quiero suponer que no es nueva ni original, ni nada por el estilo – pero es de esa manera y no de otra como se encubren las construcciones, por medio de la negación.

Esta nueva religión con el tiempo mantendrá los principios y las normas del antiguo mito que sean utilitarias a su modelo de población, dominación y hegemonía (porque así lo llamaran, como hacemos nosotros mismos con las creencias anteriores al advenimiento de la religión de occidente).

El antiguo culto se formo por tres cosas, cuyo orden quedara para otro momento: por la necesidad de mentirse, por la necesidad de explicación, por la necesidad de dominación. Estas tres son correlativas y casi simultáneas, pero su ordenación no es justamente la que doy aquí, cosa que cavilaremos más adelante.

En estas tres concepciones la ciencia resulta más eficiente que el culto anterior; su fundamentación se encuentra en una oscura presentación: que el saber científico es asequible a todos. Suena bonito, y es una pena que sea una artera falacia. También lo mismo se daba con la adoración del antiguo dios, todos podían llegar hasta él, aunque prontamente este se fue alejando del común excepto para reprimir, violentar, y controlar; y luego en un sopor estúpido, perdonar.
El ejercicio fundamental del conocimiento se encuentra reservado a unos pocos, el resto (el gran resto) solo recibe de el la dura violencia de los que lo ejercen.

Todo esto es demasiado simple, y no por ello equivocado, podría decir viendo las pautas en las que se desenvuelve el presente, que cuando el sueño democrático al fin muera, sobrevendrá la tiranía tecnocrática, así como en su tiempo lo hizo la teocracia, aunque este y aquel sean lo mismo aunque con diferente máscara.

25 octubre 2006

Con un demonio que tengo un mal día!


Tengo gripe, fiebre y demases; esto me pone de mal humor.

Nada me sienta bien, ni la Tv, ni la charla, ni los libros, ni siquiera este estupido manifiesto que solo servirá para decir que… estoy de mal humor porque tengo gripe, fiebre y demases, y que nada, ABSOLUTAMENTE NADA me cae en gracia el día de hoy.

Estoy leyendo 1984 de George Orwell, es un buen libro… deja un inquietante amargo sabor… deja al menos algo, bastante más que lo que logran los librejos de autores pobres pero revestidos de grandes pompas, como por ejemplo Fernando Savater, Paulo Coelho, Emile Cioran, etcéteras muchos…

Orwell escribió un solo libro decente, dicho a mi propio arbitrio, y es éste, el resto es… bueno, no es basura, pero no me satisface.

En fin, me voy a pasear mi pesadez por otro lado.

Argos.

Alma





En mi mente, en mi corazón, en mi alma y mi piel llevo grabados tu nombre, tu amor y tus sonrisas.

20 octubre 2006

Ataraxia


Es extraño, una de mis mejores amigas dice preferir a un Cristian feliz a uno en pleno acto de escribir. En cierta medida es cierto, no soy feliz escribiendo, pero es la unica barrera que contiene a mis demonios… ¿y qué otra cosa puedo hacer? ¿abandonarme a mi propia decepción? ¿volver a pensar en palabras que crei verdaderas? ¿recordar o tratar de recordar, cada mirada, cada gesto, cada abrazo, cada paso en el nadir? ¿expresar esta angustia a mi inconmensurable soledad? ¿prescindir de los panfletos de una noche infinita? ¿convertirme en el dios de los desesperados o en profeta de los escepticos? ¿renegar de mis ciencias y de mis liturgias? ¿sospechar de que mi sombra no es en realidad tan mía, que ya no me pertenece? ¿cimentar las bases de nuevos y esteriles paroxismos? ¿hacer alarde de las fronteras rotas de mi alma retórica? ¿elucidar el juego de lo que ya no está? ¿mirar dentro de mi aun sabiendo lo que voy a encontrar y lo que no? ¿arrebatarme los recuerdos exasperantes de un pasado siempre mejor?

Es verdad, es extraño… es imposible, pero finalmente es… o no. Probabilísticamente soy un imbecil, pero también, y por lo mismo, quizás no.

Para vos Morocha...

16 octubre 2006

Trampas de las pseudociencias



"Una pseudociencia es un montón de macanas (sandeces) que se venden como ciencia. Ejemplos: alquimia, astrología, caracterología, comunismo científico, creacionismo científico (recientemente rebautizado como “diseño inteligente”), grafología, memética, ovnilogía, parapsicología, psicoanálisis.
¿Cómo se reconoce una pseudociencia? Se la reconoce por poseer al menos dos de las características siguientes

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:
1. Invoca entes inmateriales o sobrenaturales inaccesibles al examen empírico, tales como fuerza vital, alma inmaterial, superyó, creación divina, memoria colectiva y necesidades históricas.
2. Es crédula: no se somete sus especulaciones a prueba alguna. Por ejemplo, no hay laboratorios homeopáticos ni psicoanalíticos. Corrección: en la Universidad de Duke funcionó el laboratorio parapsicológico del botánico J. B. Rhine; y en Paris existió el laboratorio homeopático del Dr. Benveniste. Pero ambos fueron clausurados cuando se descubrió que habían cometido fraudes.
3. Es dogmática: no cambia sus principios cuando fallan ni como resultados de nuevos hallazgos. No busca novedades, sino que queda atada a un cuerpo de creencias. Cuando cambia lo hace solo en detalles y como resultado de disensiones en la grey.
4. Rechaza la crítica, matayuyos normal en la actividad científica, alegando que está motivada por dogmatismo o por resistencia psicológica. Recurre pues al argumento ad hominem en lugar del argumento honesto.
5. No encuentra ni utiliza leyes generales. Los científicos, en cambio, buscan leyes generales.
6. Sus principios son incompatibles con algunos de los principios más seguros de la ciencia. Por ejemplo, la telequinesia contradice el principio de la conservación de la energía. Y el concepto de memoria colectiva contradice la perogrullada de que solo un cerebro individual puede recordar.
7. No interactúa con ninguna ciencia propiamente dicha., en particular, ni psicoanalistas ni parapsicólogos tienen trato con la neurociencia. A primera vista, la astrología es la excepción, ya que emplea datos astronómicos para confeccionar horóscopos. Pero toma sin dar nada a cambio. Las ciencias en si forman un sistema de componentes interdependientes.
8. Es fácil: no requiere un largo aprendizaje. El motivo es que no se funda sobre un cuerpo de conocimientos auténticos. Por ejemplo, quien pretenda investigar los mecanismos neurales del olvido o del placer tendrá que empezar por estudiar neurobiología y psicología, dedicando varios años a trabajos de laboratorio. En cambio, cualquiera puede recitar el dogma de que el olvido es efecto de la represión, o de que la búsqueda del placer obedece al “Principio del placer”. Buscar conocimiento nuevo no es lo mismo que repetir o siquiera inventar fórmulas huecas".

15 octubre 2006

Otra frase intrascendente


"Transcurrir la vida desapacionadamente es lo más cercano a vivir la muerte que se puede conjeturar. ¿Cuanto tiempo llevas ya viviendo en la senectud de tus días? ¿Cuántos discursos micelaneos y estrambóticas caídas has proclamado? Solo salva nuestra existencia la pasión, cuya raíz es 'Pathos', y que nos hace -afortunadamente- tan distintos".

Argos dixit.

07 octubre 2006

Frase intrascendente


"Aquellos que carecemos de talento, tenemos la obligación implícita de, por lo menos, tener buen gusto".
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