Extrañar es alejar a los seres queridos en el espacio del recuerdo, porque se hace presente la ausencia que muchas veces tiende a ser inexorable.
El dolor de un hombre no es el de todos los hombres, pero la distancia hacia el pasado es la que abarca todas las medidas, como el aura de un dios que nos estrella contra nuestra propia pequeñez.
Al cabo, cuánto daría yo por volver a decirle a todos mis muertos amados lo tanto que me equivoqué en vida y que todo el tiempo perdido -que ya hoy es impronunciable-, tanto me hace falta para sentir de nuevo sus abrazos o escuchar sus palabras.
(Miércoles 30 de Julio de 2008 - Ezeiza).