Maierismos: Las trampas de la objetividad:
Una de las enseñanzas más arraigadas que dejó el positivismo fue que todo puede describirse a partir de los hechos desde una suerte de vacío del espectador de esos hechos. En otras palabras, que el espectador –especializado o no–, nació de un repollo en el instante mismo en que el hecho sucede y a partir de allí describe o investiga el hecho determinado.