El secreto del éxito es –por lo menos en un principio-, no el buen producto o el servicio eficiente, sino la campaña publicitaria que convenza a los consumidores y/o usuarios de que lo que se está ofreciendo es excelente, como bien lo saben todas las empresas de servicios públicos y las casas de electrodomésticos de Argentina. A esta práctica, los políticos la llaman, por ejemplo, “pragmatismo político”; los telemarketers de Telefónica, “Speedy Duo 1 mega”, y el diario Clarín, periodismo.
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Clarín, el fiel custodio de la raigambre veleta argentina y cultor del periodismo como mercancía funcional, ahora lleva sus planes un paso más allá, creando “Clarín blogs” que, dicho sea de paso, son ultra-limitados y con plantillas de gusto dudoso. Ahora bien, la pregunta del millón es ¿cómo se hace para promocionar una plataforma blog horrenda? En realidad, no es tan complicado. Se observa atentamente en la redacción a ver quién tiene más cara de frustrado sexual, suicida o desubicado y se le ordena escribir un blog. ¿Por qué alguna de estas tres características? Porque a los fines del blog, el desahogo del perdedor tiene su encanto morboso, siempre y cuando esté más o menos bien escrito; es como mirar a través de una cerradura las desventuras del otro, sólo que en este caso, el otro tiene instinto de voyeur. El blog de alguien que la va de winner sería un fracaso casi tan rotundo como componer un tango optimista, ya que un post titulado “Soy un Grosso con mayúsculas”, más que ganas de leer, despierta la inspiración ejecutoria.
¿Sobre qué puede escribir una mujer de 29 años que está sin pareja? Bueno, podría escribir muchísimas cosas y muchas de ellas podrían ser buenas. Pero Clarín es Clarín y lo que prima en términos de letras es la falta de creatividad. Entonces, una periodista de 29 años que no tiene novio y por esas cosas mágicas de las “casualidades” trabaja en el Gran Diario, deberá escribir acerca de que se le aproximan los 30 y que está sola. Nada más y nada menos. Si a esto le ponemos un título como “Quiero un novio”, lo demás surge por si mismo, la horda de hombres enardecidos y señoras dadivosas harán cola para firmar.
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Clarín, el fiel custodio de la raigambre veleta argentina y cultor del periodismo como mercancía funcional, ahora lleva sus planes un paso más allá, creando “Clarín blogs” que, dicho sea de paso, son ultra-limitados y con plantillas de gusto dudoso. Ahora bien, la pregunta del millón es ¿cómo se hace para promocionar una plataforma blog horrenda? En realidad, no es tan complicado. Se observa atentamente en la redacción a ver quién tiene más cara de frustrado sexual, suicida o desubicado y se le ordena escribir un blog. ¿Por qué alguna de estas tres características? Porque a los fines del blog, el desahogo del perdedor tiene su encanto morboso, siempre y cuando esté más o menos bien escrito; es como mirar a través de una cerradura las desventuras del otro, sólo que en este caso, el otro tiene instinto de voyeur. El blog de alguien que la va de winner sería un fracaso casi tan rotundo como componer un tango optimista, ya que un post titulado “Soy un Grosso con mayúsculas”, más que ganas de leer, despierta la inspiración ejecutoria.
¿Sobre qué puede escribir una mujer de 29 años que está sin pareja? Bueno, podría escribir muchísimas cosas y muchas de ellas podrían ser buenas. Pero Clarín es Clarín y lo que prima en términos de letras es la falta de creatividad. Entonces, una periodista de 29 años que no tiene novio y por esas cosas mágicas de las “casualidades” trabaja en el Gran Diario, deberá escribir acerca de que se le aproximan los 30 y que está sola. Nada más y nada menos. Si a esto le ponemos un título como “Quiero un novio”, lo demás surge por si mismo, la horda de hombres enardecidos y señoras dadivosas harán cola para firmar.
Ya con unos cuantos comentarios en el haber, se envía la orden de realizarle una nota al empleado en cuestión -Lorena Bassani-, y se la hecha a correr por los canales del grupo multimedia (TN, Canal 13), excepto en el deportivo (TyC), porque quizás quede medio rudo mostrar la cara de la empleada después de las piernas peludas del 5 de All Boys. Pero no por esto hay que quitarle mérito a Bassani, que dotó a los escritos de una gracia peculiar, al estilo de Carolina Aguirre, aunque sin alcanzar los niveles de hilaridad desfachatada de esta última.
Lo patético no es que a un empleado se le ordene trabajar, lo es la grasada del PNT berreta, que huele a POL-KA y a novela costumbrista en prime time. En todo caso, sea por trabajo o por tristeza elemental, Bassani busca o dice que busca un novio que exista, sin enterarse que, en realidad, los novios no existen, sino que se construyen a través de la quiromancia y de los libritos de Horangel, que apoyándose en la rutinaria soledad, le presta ojos e inconsciencia a cualquier molusco que haya capeado el chaparrón.
Lo patético no es que a un empleado se le ordene trabajar, lo es la grasada del PNT berreta, que huele a POL-KA y a novela costumbrista en prime time. En todo caso, sea por trabajo o por tristeza elemental, Bassani busca o dice que busca un novio que exista, sin enterarse que, en realidad, los novios no existen, sino que se construyen a través de la quiromancia y de los libritos de Horangel, que apoyándose en la rutinaria soledad, le presta ojos e inconsciencia a cualquier molusco que haya capeado el chaparrón.