Con la locura del Facebook, los blogs quedaron arrumbados en un rincón junto con todas aquellas cosas inútiles como el latín, el Atari y la religión. Cosa que, en realidad, no está tan mal.
El problema es qué hacemos con todos los títulos horrorosos que habíamos pergeñado, como "revolución blog" y cosas por el estilo que hacen un revival algo grandilocuente y aggiornado del lugar común (y todos odiamos el lugar común).
El problema es qué hacemos con todos los títulos horrorosos que habíamos pergeñado, como "revolución blog" y cosas por el estilo que hacen un revival algo grandilocuente y aggiornado del lugar común (y todos odiamos el lugar común).
El blog nunca respondió a una necesidad -en este caso, de la expresión-, sino que fue un juguetito nuevo y advenedizo que con el tiempo, como es natural, devino. No se murió, pasó de moda, cosa que en algunos casos, es peor que la muerte.
Hoy todo es cumbio y carnaval...
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