06 julio 2006

Sin ganas de escribir...


… intemporales, sin ente, los que conocieron las reminiscencias del mortecino resplandor que iluminó el cielo de la bella Cartago.

Dieron señas del puñal y de la adarga que algún día alzarías esperanzado contra otros, que entregarían al igual que tú, sus efímeras vidas en honor a distintas causas. Nunca supiste, nunca quisiste saber, que las causas, aunque honorables, vistas en el lapso de una eternidad resultan efímeras tanto como las vidas de aquellos quienes las enarbolan.

Ya mil fuegos atravesaron Cartago; y sus ruinas, con distintos nombres, razas, y colores, han sabido regresar, fielmente –en vocación absorta-, una y otra vez a sus llamas.

(Bella paradoja de la noche que siempre es todas las noches)

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