Los desencuentros verdaderos son aquellos que, aun habiendo cumplido su cometido, permanecen como oscuros fantasmas, recordando vez tras vez el ficticio sabor amargo de la posibilidad de encontrar.
Cada día, cada momento, el solo hecho de poder establecer su antítesis inaugura una reverberancia simultanea, un absurdo grotesco... su justificación infinita.
3 comentarios:
Voy a presentarte pelea, hasta lograr que encuentres ese candil poco generoso que te done algo de calor lumínico. Adieu.
Estaría bueno saber quién sos para saber de quién defenderme ¿no?
Saludos.
Mmm, quién sabe... Tal vez forme parte de esa misma densa obscuridad malformada y carente; la misma que evita que existamos, que nos confunde y nos hace perfectos y divinos!
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